ALBERTO BUORLDISMAIN LE COMPRA EL MUNDO A DIOS Y VIAJA A LONDRES PARA VER QUE ONDA SUS NUEVAS PROPIEDADES
Alto revuelo causó esta semana la aparición de los papeles que acreditaban el planeta Tierra como propiedad pura y exclusiva de Alberto Buorldismain, quien era, según sus propias palabras, “un pobre gigante desempleado que un día buscando laburo se encuentra con un aviso que le cambiará la vida para siempre.” El aviso al que se refiere Alberto es uno que decía que se vendía la Tierra o se permutaba por biplano cuyo piloto debía ir disfrazado de banana en pijama (?). Pudimos sacarle unas palabras mientras empezaba una gira de reconocimiento de su nueva propiedad que comenzó en Londres. “En el aviso ponía que tenía 6 continentes en relación de dependencia, 7 mares, balcón y vista a las montañas, un ofertón dije yo, pero claro yo andaba buscando laburo, tenía unos pesos ahorrados pero me dije cualquier empresario de morondanga tiene más chances que yo. Pero ma sí, me dije luego, llamo lo mismo si total no me van a cobrar por preguntar, pero resulta que sí, el teléfono de Dios es de una línea muy exclusiva que me fajaba veinticinco dólares el minuto. Bueno, el tema es que yo era el único que había llamado porque Dios temía que nadie en su sano juicio iba a tomarse en serio ese aviso así que o me lo vendía a mí o a nadie”. Consultado acerca del porqué Dios vendía la Tierra Alberto nos dijo que: “nuestra estupidez dejó de causarle gracia. Así que se va por ahí a crear otros mundos para ver si puede surgir una raza que nos supere en idiotez pero Él no estaba muy esperanzado acerca de que eso pasara. ¿El precio que pagué por el mundo? Nos reunimos en un café con El Señor y me preguntó ¿para vos cuanto vale el mundo? Y yo le contesté que para mí no vale una mierda y Él me dijo: de acuerdo. Firmamos los papeles ante un escribano público, el doctor Juan Soiunarrata, le hice un cheque por ni una mierda y cerramos el trato con un apretón de manos.” Alberto Buorldismain, por supuesto, es porteño, cuando se supo, el mundo agachó la cabeza y, después de muchísimo tiempo, rezó. Y cuando supo que en los planes de Alberto está el cobrar un alquiler sólo por pertenecer a este planeta salió a comprar balas.

“Sí, parece que está todo bien.” Dice Alberto al verificar
el estado de un puente londinense ejerciendo presión sobre él.
Consultado acerca de que la Iglesia opina que Dios sólo trata con ellos
Alberto dijo: “¿La Iglesia? La Iglesia que pague”.