Albertito Santillán, el hijo de la Tota
se larga a llorar al descubrir que sólo le
queda ese pedazo de sandía ya que se devoró el resto.
Juan Carlos Roinol, nuestro psicólogo de cabecera
explica que “se trata del típico caso del niño
pesimista que siempre ve la sandía medio vacía”.
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