Se cansaron. Según fuentes fidedignas, las cigüeñas habrían vendido la licencia para la entrega de infantes, dejando en manos privadas esta tarea que desempeñaban desde el comienzo mismo de la humanidad.
"La verdad que estamos indignadas porque nos han tomado por pelotudas, nosotras como unas gilas entregábamos los pedidos poniendo todo nuestro amor y dedicación en dicha tarea, día tras día, sin quejarnos y sin pedir nada a cambio, completamente a donorem" Declaraba muy ofuscada Raquel Irrubarre, la presidenta de la asociación de cigüeñas entregadoras, que con tono amenazador continuaba "...pero resuta que nos enteramos que de toda la cadena de la natalidad, somos las únicas que no nos llevamos ni un gracias, así que decidimos dejar todo en manos privadas y vender la licencia a las ocas. Ahora van a tener que pagar una fortuna por los envíos y vaya a saber si llegan o se pierden en la triple frontera. Y a no asustarse si los mocosos vienen con un tatuaje de Florencia Peña a modo de publicidad o lo que es casi peor, con un kilo de cocaína en los pañales".